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La Resistencia iraquí: una nueva fase

La Resistencia iraquí: una nueva fase Tariq Ali
CounterPunch

Traducido para Rebelión por Felisa Sastre


Poco después de la ocupación, Estados Unidos y sus aliados- militares e ideológicos- empezaron a referirse a la resistencia iraquí como integrada por "elementos extranjeros", "terroristas" o "antiguos partidarios del régimen de Saddam". Esta fraseología se han convertido ahora en redundante y el portavoz militar de Estados Unidos se refiere a las guerrillas como fuerzas "anti-iraquíes" como si sugiriera que las tropas estadounidenses, británicas, españolas, búlgaras, ucranianas, italianas, japonesas, de Coreanas del Sur y polacas representaran a Iraq mientras que los iraquíes que se oponen a la ocupación fueran anti-iraquíes.

Un mundo extraño

Cuando las mentiras de las que se valieron Bush, Blair, Aznar y Berlusconi han quedado públicamente desacreditadas al no aparecer las armas de destrucción masiva, los servicios de propaganda de esos países y sus agradecidos periodistas han cambiado su línea y ahora argumentan: "Bueno, quizás no haya armas de destrucción masiva pero hemos echado a un tirano y hemos traído la democracia a Iraq" ¿De verdad? ¿ Democracia?

Dejando a un lado los varios miles de civiles iraquíes que han muerto y aquellos a los que todavía se está matando, hablar de democracia significativa no tiene sentido. Un viejo ideólogo imperialista, Samuel Huntington, habla ahora de "paradoja democrática". ¿De qué mosntruo se trata? Cuando la democracia no produce lo que quiere occidente, se convierte en "paradoja". Y para la democracia capitalista hoy cualquier desafío al orden económico neo-liberal es una paradoja. Los iraquíes que no quieren que se privaticen sus sistemas educativos y sanitarios son gente que "vive en el pasado". Los comerciantes iraquíes, que desprecian a las corporaciones que se han introducido en el país tras la ocupación, son "elementos atrasados". Cuando hombres de negocios extranjeros se convierten en objetivo, los iraquíes de todas las clases sociales (con excepción de los colaboracionistas) se alegran. Las compañías extranjeras se perciben como una plaga de langostas que llegan para devorar un país ocupado.

Resulta obvio que si alguna vez se permitiera una democracia en Iraq, los representantes electos insistirían en la retirada de todas las tropas no iraquíes, en recuperar el control del petróleo iraquí y, quizás, en un tratado de paz a largo plazo con Irán. Nada de ello serviría a los intereses imperiales. Y Henry Kissinger y otros buitres sugieren la balcanización de Iraq. De ahí que se hable de una inminente guerra civil. De ahí que se haya producido la provocación de hacer volar a los peregrinos de Kerbala (un crimen negado por todos los grupos en Iraq). Ni los clérigos sunníes ni los shi'íes, ni las fuerzas seculares sunníes ni las shi'íes se expresan en otros términos que no sean los de unidad contra el ocupante colonial.

El ayatollah Sistani se ha reunido con líderes sunníes para reforzar su convicción en la unidad del país, y en privado ha insistido en que el modelo de gobierno de los clérigos en Irán sería un desastre para Iraq. Moqtada al-Sadr habla de liberar Iraq, no de la Shí'a.

En las dos semanas últimas se ha puesto de manifiesto que, con excepción de los líderes kurdos, el resto del país está en contra de la ocupación y quiere que termine de inmediato. En el seno de los grupos religiosos shi'íes existe en estos momentos una lucha abierta para captar el apoyo de las masas en el sudeste de Iraq.

La decisión de los ocupantes de provocar a los ciudadanos de Faluya (dos días antes de que se atacase a los mercenarios estadounidenses y se les asesinara brutalmente se había producido un asalto de los marines en el que murieron civiles).

¿Por qué han prohibido los ocupantes el periódico de al-Sadr? Cuando se prohíben las palabras, las bombas las reemplazan.

Lo que estamos presenciando en Iraq es la lógica de una ocupación colonial. Escuchen las campanas que tañen en Faluya y en Basora. Doblan por los periodistas liberales y liberales de izquierda de Italia que, cuando los ocupantes italianos se convierten en objetivo, denuncian a la resistencia como "terrorista". Se nos dijo que habían ido allí por motivos "humanitarios" pero la máscara se ha caído y el líder electo del pueblo italiano ha dicho que los italianos que están en Iraq lucharán por Bush, morirán por Bush y matarán por el Imperio.

Y en esta situación, los socialistas democráticos han aprobado créditos de guerra en el Parlamento. ¿Contra la guerra pero a favor de la ocupación? En su desesperación para que se les considere un partido de centro se colocan a la derecha de los socialistas españoles. Se encuentran bastantes felices por haber derrotado a Sergio Cofferati y borrarle del mapa, pero poco dispuestos a desafiar seriamente la implicación de Berlusconi en la guerra. De ahí que los líderes del DS se sorprendieran cuando los manifestantes contra la guerra expresaron su rabia y su desencanto.

Mientras tanto Iraq y sus ciudadanos continúan sufriendo. El poeta Sinan Anton leyó hace poco un poema en Bagdad que evoca la atmósfera actual:

El Eúfrates
Es una larga procesión
Las ciudades acarician sus hombros
Mientras las palmeras lloran.

La decisión de al-Sadr y de sus seguidores de unirse a la resistencia ha llevado a centenares de miles de personas a las calles, presentando un nuevo desafío a la ocupación. No es costumbre de los occidentales derramar lágrimas de cocodrilo por Iraq o quejarse de que la resistencia iraquí no alcance los niveles medios del liberalismo occidental. ¿Alguna resistencia lo ha hecho?

Cuando una ocupación es repugnante, la resistencia no puede ser hermosa, salvo en las películas de Hollywood o en las comedias italianas. Y si los partidos religiosos dominan el sur de Iraq es en parte debido al hecho de que EE.UU y Reino Unido han apoyado a alguno de ellos con dinero y armas durante los últimos doce años.

La solución, de acuerdo con la mayoría de centro-izquierda es entregar el país a Naciones Unidas. Es lo que ocurrió en 1924, cuando el Reino Unido gobernó Iraq por Mandato de la Liga de Naciones, que ellos mismos habían organizado. Estados Unidos puede conseguir con facilidad un mandato similar del Consejo de Seguridad y de esa manera espera mantener sus bases militares en el país durante otros veinte años.

Pero ¿Qué pasará si esa solución, consagrada para mantener el control y pretender, al mismo tiempo, que el mundo crea que los locales son responsables de su país, no funciona? Entonces ¿se volverá al bombardeo y a los daños colaterales (vidas de civiles que no preocupan a occidente como hemos visto en Iraq y Afganistán)? Sí, un buen liberal podrá alegar, ¿No son mejores Naciones Unidas que Estados Unidos? ¿ Depende de quien controle y determine lo que Naciones Unidas hagan?

Para los ciudadanos de países cuyos gobiernos y líderes han apoyado la guerra la prioridad debe ser castigar a los belicistas: seguir el ejemplo de los españoles. Si Berlusconi, Blair y Bush siguen a Aznar al Walhalla, será una victoria importante.

Entonces montaremos una campaña para exigir que sus sucesores terminen con la ocupación. Las Naciones Unidas sólo pueden servir como mecanismo para salvar las apariencias. Nada más.

9-10 abril 2004

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